Un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA) junto con investigadores de otros institutos, y en colaboración con Centros de Salud, conformaron un grupo multidisciplinario para trabajar un método de detección del virus SARS-CoV-2. Respondiendo a la necesidad de testear a más personas utilizando menos kits, desarrollaron un procedimiento para hacer pruebas por grupo.

Grupo de trabajo de Exactas en el laboratorio: Luciana Rocha Viegas, Valeria Genoud,Virginia Dansey y Nicolás Pregi

La actual pandemia de COVID-19 presenta numerosos desafíos para los sistemas de salud. Tenemos en claro que la confirmación diagnóstica basada en RT-qPCR de individuos infectados resulta crucial para contener la propagación (en parte debido a que la infección por este virus puede ser leve o incluso asintomática a pesar de las altas cargas virales), pero los tests son caros y los recursos son limitados.
Para dar respuesta a esta problemática, un grupo de científicos fue seleccionado por la Unidad Coronavirus del Ministerio de Ciencia,Tecnología e Innovación para ser financiado y desarrollar esta estrategia que consiste en el diagnóstico de laboratorio para SARS-CoV-2 a partir de pooles de muestras clínicas. El trabajo de testeo en pooles está coordinado por el Ministerio de la Provincia de Buenos Aires y hace más de un mes que se está aplicando en la Provincia. Es especialmente eficaz para aplicar en instituciones cerradas o semicerradas (como pueden ser los geriátricos) donde la prevalencia de infectados es baja. Este sistema, además, incluye a más personas testeadas, entre ellas a los posibles contagiados asintomáticos que pueden seguir propagando la enfermedad inadvertidamente.
«Hacerle la prueba a una persona tiene un costo de 35 dólares. Con los desarrollos de componentes argentinos (hubo varios), este costo se redujo a aproximadamente la mitad, 18 dólares. Sigue siendo muy caro. Por eso nosotros nos centramos en bajar los costos», explicó entrevistado por Página 12 Roberto Etchenique, doctor en química por la UBA, quien coordina junto con Daniela Hozbor y Adali Pecci al grupo de profesionales que trabaja en este proyecto.
El pooling debe realizarse en forma similar que la utilizada para la vigilancia pasiva de COVID-19, siguiendo los protocolos emitidos por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires que consideran válidos los resultados para COVID-19 obtenidos en laboratorios que utilicen reactivos autorizados por la ANMAT para la detección de COVID-19 y posean condiciones de Nivel de Bioseguridad 2 (BSL2) como Cabina de Seguridad Biológica tipo 2 certificada.
De ser exitosa esta estrategia se podrían realizar testeos masivos sin sobrecargar los laboratorios destinados al diagnóstico ni al equipamiento disponible y se espera que contribuya a la detección precoz de casos COVID-19.