27 de julio de 2022

Suele afirmarse con cierto orgullo que la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA es la institución que concentra la mayor cantidad de científicos y científicas de la Argentina. Claro que, para que semejante cantidad de personas puedan desarrollar su trabajo de manera eficiente resulta imprescindible que cada uno cuente con un espacio acorde con las actividades que realiza. Desde hace por lo menos una década, la existencia de un número cada vez mayor de laboratorios sobrepoblados fue haciendo más evidente la necesidad incrementar y ampliar los espacios de trabajo. Afortunadamente, en los últimos tiempos, ese requerimiento fue encontrando una respuesta a partir de distintas obras y de la construcción de nuevos edificios en el predio de Ciudad Universitaria, como el IFIBYNE o el Cero + Infinito, que permitieron incorporar y redistribuir grupos de investigación, servicios y equipamiento en un contexto más favorable.
En el caso del IFIBYNE, su traslado dejó libres 240 metros cuadrados del segundo piso del Pabellón 2 que permitieron la creación del Espacio Transversal de Investigación 2 (ETI2). Este proyecto propone un ámbito donde nuevos grupos desarrollen investigación de manera transversal a los departamentos docentes con el eje en neurociencias y cognición.“Una vez que ese espacio quedó liberado, el decano propuso convertirlo en un lugar gestionado por la administración central de la Facultad, transversal a los departamentos docentes y ocupado por grupos que trabajen en áreas de cognición y neurociencias”, cuenta Cecilia López, secretaria adjunta de Investigación Científica y Tecnológica. Y agrega: “Fue una decisión guiada por los objetivos que tiene la Facultad en el entendimiento de que los temas de cognición y neurociencias tienen gran importancia tanto para el desarrollo de las ciencias básicas como por sus aplicaciones en salud, educación y otras disciplinas, y que por su potencialidad y multidisciplinariedad pueden ser un gran aporte para el crecimiento de Exactas”.La iniciativa significó una inversión de más de nueve millones de pesos, que fueron aportados íntegramente por la Fundación Ciencias Exactas y Naturales, gracias a las donaciones que recibe de graduados y graduadas de la Facultad. La obra, que fue dirigida por la Subsecretaría Técnica de la Facultad, tuvo por objetivo la adecuación del área para la instalación de laboratorios y oficinas. Se trata de cinco espacios que alojarán a siete grupos de investigación. Las tareas incluyeron la reconstrucción de los pisos con mosaicos graníticos compactos y paredes divisorias con tabiques de placas de roca de yeso y divisiones internas con mamparas de herrería y vidrio. También una nueva instalación eléctrica y de conectividad, además de una renovada instalación sanitaria. El lugar contará, además, con una cabina común y espacio especialmente preparado para freezers y heladeras que, con las condiciones adecuadas de ventilación y climatización, garantizará el mejor funcionamiento y durabilidad de los equipos.Los nuevos espacios del ETI 2 serán ocupados por siete grupos que fueron seleccionados a partir de una convocatoria, abierta y competitiva, articulada por la Secretaría de Investigación Científica y Tecnológica de la Facultad en la que se presentaron catorce propuestas. La decisión priorizó a investigadoras e investigadores de la Facultad con gran potencial y a grupos externos de trayectoria consolidada que trabajen en temas de vanguardia. Las iniciativas seleccionadas son encabezadas por: Ramiro Freudenthal; Laura Kaczer; José Crespo; Andrés Arenas; Ruth Rosenstein; Silvina Díaz y María Eugenia Pallarés, y Romina Barrozo.“Entre los grupos ganadores del concurso la mayoría están encabezados por investigadores jóvenes que podrán independizarse a partir de contar con un espacio propio. También hay algunos investigadores senior que podrán mejorar la calidad de su espacio de trabajo. E, incluso, hay investigadoras que vienen de la Facultad de Medicina y que pueden de esta manera concretar un traslado que buscaban y llegar a un ámbito diseñado para ellas”, señala López.Un concepto clave que forma parte del corazón de este proyecto es considerar que los espacios no son hereditarios sino que se asignan por un período inicial de seis años y luego se irán renovando en ciclos de cuatro años que requerirán de una evaluación positiva.“Me gustaría destacar especialmente el intenso trabajo conjunto entre la Subsecretaría Técnica, la Secretaría de Investigación y los propios investigadores para alcanzar una planificación concreta del espacio teniendo muy en cuenta las necesidades y deseos de los científicos, en el marco del presupuesto asignado. Eso sienta un precedente de gestión muy importante para la Facultad. Y creo que el resultado ha sido muy bueno”, cierra López con satisfacción.

Las voces de los protagonistas

– Andrés Arenas: Para nosotros, que somos un grupo en reciente formación, es el día y la noche. La posibilidad de tener un espacio propio abre un montón de puertas y la posibilidad de ser independiente en un sentido bien amplio de la palabra, que implica desarrollar a fondo las líneas que uno quiere y manejar el grupo de la manera que pensamos que es mejor para obtener los objetivos que buscamos. Es una gran oportunidad a la que le queremos hacer honor.

– Ruth Rosenstein: Es una oportunidad única para mi grupo, nosotros venimos de un lugar muy hostil para hacer investigación y venimos con muchas ganas de establecer redes y de colaborar. Yo tengo esa sensación de entrar a un espacio donde hay un montón de gente que tira para el mismo lado, y estoy convencida que nosotros vamos a aprender un montón y, por ahí, también vamos a enseñar un montón. Así que estamos muy agradecidas y muy entusiasmadas.

– Silvina Díaz: Tenemos todas las expectativas puestas en este lugar. Creo que son pocas las posibilidades que uno tiene de ingresar en un laboratorio que se adecua a las necesidades de uno. Suele ser al revés, uno tiene que adecuarse al espacio que le dan. Entonces, es una situación óptima. Ahora la pelota está en nuestra cancha y nos corresponde a nosotros dar todo lo mejor para que la Facultad sienta que fue una buena apuesta habernos otorgado este espacio.

– José Crespo: Yo trabajo con insectos y una cosa a la que me estoy dedicando hace relativamente bastante tiempo es a diseñar y armar dispositivos para medir comportamientos. Y una de las problemáticas que tenía donde estaba antes es que justamente no había lugar físico donde poder implementar estaciones de trabajo. Entonces, tener un lugar propio nos va permitir instalar facilidades que están construidas por mí, pero que van a poder compartirse con otra gente. Este lugar nos abre una perspectiva de crecimiento a futuro muy diferente a la que tengo actualmente.

– Romina Barrozo: Para mí es una gran oportunidad de desarrollo profesional, sin dudas, porque nos abre las puertas de un espacio para poder hacer mejor nuestro trabajo. La colaboración transversal entre los distintos grupos que vamos a estar en este lugar creo que es uno de los objetivos que buscamos porque siempre en el trabajo mancomunado y en equipo es cuando se puede crecer. Estamos muy, muy contentos.

– Laura Kaczer: Este espacio me permite fortalecer la investigación que venimos haciendo y expandir mi grupo de investigación, tener más cantidad de recursos humanos, realizar más cantidad de experimentos y avanzar sobre nuevas lineas de trabajo. Mi idea es empezar a volcarme hacia la neurociencia cognitiva aplicada. Con la conformación actual de mi grupo no podía y ahora, a partir de esta nueva etapa, lo vamos a poder concretar.

Gabriel Rocca, Comunicación Exactas.